Recuerdos imborrables (II parte)


lubango

La ciudad de Lubango en 1985. Al fondo, el hospital, donde brindaba colaboración personal de la salud cubano. Foto tomada por el autor desde la altura del Cristo Rey

Waldo Barrera Martínez (wbarreram@uci.cu)

Lubango

Antiguamente conocida como Sá da Bandeira, la capital de la provincia Huila, se ubica a 680 km al sur de Luanda, en un valle de vegetación tropical semiárida y rodeada de montañas. Sus fértiles tierras atrajeron a los colonos portugueses y un centenar de familias boer provenientes del sur del continente[1]. Entre sus atractivos tenía –y tiene actualmente– un precioso parque, conocido como Jardines de la Señora de los Montes –en portugués Nossa Senhora do Monte, alusivo a su antigua propietaria en la etapa colonial–, con un lago artificial central, jardines y áreas deportivas, por aquella época en lamentable estado de abandono, pero muy visitado por los cubanos. Dicho sitio, de carácter religioso –católico–, cuenta, además, con una delgada torre de hormigón blanco, pequeños pilares con altar, una alta cruz y en la parte posterior una capilla[2]. En uno de los extremos del parque, se erguía una gigantesca botella de bebida a modo de propaganda cuya “etiqueta” constituía la imagen de la carretera de la Leba, inmortalizada en instantáneas personales tomadas por cuanto cubano transitó por allí con las cámaras fotográficas soviéticas de rollos de 12 ó 36 mm, muy de moda en la Cuba de aquel entonces.

La Sierra de la Leba (Serra da Leba, en portugués) constituye una cadena montañosa, famosa por su altitud, belleza y arquitectura natural, cuya altura máxima es de 1845 metros sobre el nivel del mar. Su paso forma un zigzag de carreteras impresionante asemejando una gigantesca serpiente. Tal maravilla de la ingeniería moderna fue construida en los años 70 del pasado siglo y conecta las ciudades de Lubango y Namibe (antigua Moçamedes), ubicada al Oeste, en la costa Atlántica.[1]


[1] http://www.angolamarket.com/index.php?page=view/tag/feast-of-nossa-senhora-do-monte

 


[1] Http://www.culturafricana.com/Fichas%20Tecnicas%202012/

[2] http://angolarising.blogspot.com/2010/01/angolas-statues-and-memorials.html

sierra leva Serra da Leba

El tránsito por la misma podía resultar fatal, al no contar con ningún tipo de protección, con curvas cerradas en voladizo todo el trayecto hasta la cima. En el fondo de los barrancos podían apreciarse en aquella época múltiples vehículos accidentados.

La misma Lubango se encuentra ubicada sobre una gran meseta –la Sierra de Chela– y constituye una de las mayores ciudades de Angola.

Nuestro dormitorio permanente radicaba dentro del perímetro del aeropuerto, al este de dicha urbe, en modernas casas de metal con ventanas de vidrio y relativamente buen confort.

El trabajo principal, en días alternos, lo desarrollábamos en el puesto de mando de la unidad radiotécnica emplazada en la loma del Cristo Rey, a escasos kilómetros del aeropuerto, lugar desde donde dirigíamos las acciones de la aviación de combate. Allí, dadas las circunstancias de campaña, en refugios soterrados, con bajas temperaturas en las noches y sometidos a la diferencia de presión debido a la altura, resultaba más difícil la estancia. Recuerdo que el agua para las diferentes necesidades se almacenaba en tanques de 55 galones al aire libre a la entrada del refugio; en muchas ocasiones, en las mañanas, debíamos romper la escarcha de hielo formada en la superficie para asearnos.

Dicha elevación, situada en el curso mismo de aterrizaje de la pista 09 del aeropuerto, complejizaba en alguna medida las maniobras de despegue y aterrizaje en el mismo. Su extremo este, aparece rematado por una soberbia figura de Cristo orientada de frente a la ciudad, en lo que constituye un ejemplar muy similar al existente sobre el Corcovado, en Río de Janeiro, Brasil. Mide 30 metros de altura y fue construida con mármol blanco, en 1945.[1]

 

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Por la época de nuestra misión, se encontraba dañada y en total estado de abandono: los sistemas de iluminación destruidos y mostraba múltiples impactos de armas de fuego en la superficie.

A pesar de su ubicación geográfica, relativamente cercana a la frontera sur con Namibia, ocupada entonces por las fuerzas racistas de Sudáfrica, en Lubango reinaba la tranquilidad, ambiente contrastante con la situación en urbes como Huambo, Menongue, Luena, Malanje y otras frecuentemente asediadas entonces por el impacto de los morteros, bombas aéreas e incursiones militares terrestres de la UNITA y de las fuerzas sudafricanas. Esa ventaja nos facilitaba determinada libertad de movimientos a pie por la localidad, aunque siempre armados, pudiendo conocer más de cerca la realidad, costumbres y cultura del pueblo angolano, si bien no resultaba atractivo transitar por sus calles debido a la suciedad prevaleciente, el deterioro y falta de pintura de las edificaciones.

La vida cultural prácticamente desapareció como consecuencia de la guerra. No había televisión, no funcionaban los cines ni teatros, los centros de cultura de la época colonial estaban totalmente abandonados. La música se escuchaba principalmente a través de la radio nacional y alguna que otra grabadora.

La actividad comercial era mínima y los pocos establecimientos en funcionamiento se encontraban desabastecidos. La mayor parte del comercio se realizaba en las llamadas candongas, a donde acudían los pobladores a comprar o vender los más disímiles artículos de uso y consumo, pero dado su carácter ilegal, eran frecuentemente reprimidas y disueltas por la policía local. La gastronomía, también muy reducida, se circunscribía en su casi totalidad al expendio de pescado y cerveza en pequeños y muy modestos establecimientos.

Era habitual entre la población el consumo de una bebida conocida como coporoto, resultado del proceso de fermentación del maíz. Las cervezas nacionales comercializadas eran Cuca, la más antigua del país, y la Nocal (ambas elaboradas en Luanda), pero también se consumía la N’Gola (producto de Lubango). Una peculiaridad de estas es que resultaban agradables al paladar aun cuando se ingerían a temperatura ambiente, a diferencia de las producidas y distribuidas la mayor parte del mundo.

Uno de los primeros impactos luego del inicial arribo a esta ciudad fue el de los grupos de niños de diversas edades y tamaños, descalzos y semidesnudos, alimentándose de los desechos depositados en los contenedores de basura de nuestros campamentos. Para quienes salíamos por primera vez del “verde caimán”, ese choque con una realidad bien diferente al panorama cubano de mediados de los 80, período en el que transcurrió la misión, resultaría realmente traumático.

A esos mismos pequeños muchas veces dimos de comer y como noble iniciativa prendió entre las tropas la costumbre de fabricar en los ratos libres juguetes con nuestros propios esfuerzos, utilizando pedazos de madera, latas y cuanto artículo encontráramos. Al final, lo más bello del gesto resultó poner en manos de esos niños, principales víctimas del conflicto armado y de la pobreza extrema derivada de siglos de explotación colonial, la materialización de muchos de sus sueños, y para los cuales los únicos juguetes de sus vidas habían sido yuntas de bueyes hechas con dos botellas amarradas a un pequeño madero y tirado de un cordel como reproducción de las actividades familiares en el campo, que no pocas veces ellos mismos debían realizar.

Continuará…


[1] http://angolarising.blogspot.com/2010/01/angolas-statues-and-memorials.html

Un comentario en “Recuerdos imborrables (II parte)

  1. Jose dijo:

    Fueron anos malos que siempre te dejan Buenos y malos recuerdos.Fui uno del losentegrantes del escuadron de flecheros del batallon T55 que radicamos en la loma del mandril, Me gustaria regresar algun dia

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