
Fernándo Martínez Heredia
Hijo de Yaguajay, a Fernando le gustaba contar cómo su papá lo acercó a nuestra historia y, en especial, a las gestas mambisas. Aprendió a leer y escribir con apenas cuatro años de edad y desde joven comprendió que los héroes no mueren si los hacemos vivir con toda su humanidad, virtudes y defectos, única forma de bajarlos de pedestales inalcanzables y rendirles verdadero tributo. La revista Bohemia fue su escuela política, mientras su militancia revolucionaria crecía a la par de su patriotismo. La Revolución promovió el ejercicio de pensar y la exigencia de que las ideas se pusieran a su altura, y este pensador extraordinario fue uno de los que muy pronto asumió un papel intelectual superior a su formación. Nada lo amilanó pese a los tragos amargos que debió soportar dado su sentido de la justicia, valentía y honestidad intelectual, marcados por una raigal vocación martiana y marxista. Era capaz de exponer los argumentos con tal altura que resultaba imposible ofenderse con él, y fue consecuente, a lo largo de su existencia, con su visión de la crítica y la polémica como oportunidades de crecimiento.