
El Bidet de Paulina o La Fuente luminosa. Foto: L Eduardo Domínguez
Por: L Eduardo Domínguez
Hace muy poco tiempo hablaba con ella de fotosafaris por Cuba. Era uno de los sueños que tenía por cumplir, y se había antojado (por casi 30 años) tan difícil, que casi se había convertido en una ilusión que tuve una vez. Para eso hacen falta dos cámaras mas o menos, lo demás es tiempo y ganas de caminar, le decía cuando el tema volvía a surgir en nuestras caminatas por La Habana. Aquí tengo una Nikon que me dejó un amigo que emigró a Estados Unidos, es pequeña, pero nos sirve pa’ empezar, me contestaba ella con el optimismo de una hormiga que quiere arrastrar una hoja. Las primeras imágenes surgieron tras uno de sus viajes a la capital. Nos rotamos la cámara por cada callejón de la vieja Habana como quien espera obtener siempre un resultado diferente. Revivimos una y otra vez el resurgir del Capitolio; el postaleo de los turistas que al igual que nosotros querían descubrir la ciudad maravilla que se quedó estancada en los años 50; el vuelo de una paloma y el llanto de una corneta cuando despide a un líder. Entonces comenzamos este sueño, esta manía por descubrir una y otra vez los mismos paisajes de la Isla, esperando que se mantenga en pie, esperando que no cambie.

Turismo. Foto: L Eduardo Domínguez

La Habana y sus claroscuros. Foto: L Eduardo Domínguez

El último ángel del Gran Teatro. Foto: L Eduardo Domínguez

Taxi. Foto: L Eduardo Domínguez

Fieles a la wifi. Foto: L Eduardo Domínguez

La Bodeguita Del Medio. Foto: L Eduardo Domínguez

Capitolio a sombras. Foto: L Eduardo Domínguez

La Boda. Foto: L Eduardo Domínguez

Capitolio de La Habana Foto: L Eduardo Domínguez

La entrega. Foto: L Eduardo Domínguez

Despedida. Foto: L Eduardo Domínguez

Los primeros pasos. Foto: L Eduardo Domínguez

Desde la Catedral. Foto: L Eduardo Domínguez
Tomado de Cubadebate